Imagino que alguno pensará que se trata de un montaje, pues no. Y lo peor es que todavía hay una larga lista de jugadores (página 18 en adelante) de este representativo equipo de fútbol en idénticas circunstancias, es decir, enseñando esa bufanda o algo similar en apoyo de lo que aparentemente es un grupo de fans y, como ha quedado probado en una reciente sentencia, es en realidad la punta del iceberg de un movimiento fascista.Evidentemente esto no es cosa de un único club o ciudad, en el rival catalán ya pudimos ver a su capitán o a otros jugadores midiendo las palabras después de que su presidente pensase ingenuamente que acabaría con la violencia de un plumazo nada más alcanzar la presidencia. Con datos como estos sólo queda pensar que se trata de un fenómeno social extendido y consolidado producto de una sociedad deshumanizada.
Para empezar lo primero que habría que preguntarse es el “¿Por qué?” ¿Por qué un conocido jugador de fútbol apoya públicamente a un grupo ultraviolento claramente vinculado a movimientos fascistas? La razón parece obvia, miedo. Este grupo violento tenía el bastante poder como para generar el suficiente miedo entre estos personajes populares y relativamente poderosos (económicamente hablando) como para que se vean indefensos y arriesguen su reputación blandiendo enseñas como estas. Hay que entender también que el jugador es una víctima, pero no hay que obviar que también es un cómplice. Cómplice porque prestando su imagen (aunque haya sido seguramente bajo intimidación) avala la violencia, y cómplice porque él no estuvo obligado a pasar por esa situación. No lo hizo porque no le quedase otra forma de subsistir, lo hizo porque no le costaba gran cosa seguir la corriente a esta gente y así poder evitar las amenazas o algo peor.
Otra pregunta es el “¿Para qué?” ¿Para qué buscan estos sectores la aquiescencia de estos futbolistas? Primeramente, y como está dicho antes, para conseguir prestigio y legitimarse, pero también porque para ellos mismos supone la justificación de sus consignas por parte de sus ídolos. Cuando anulas tu personalidad sometiéndote a una causa mayor (algo que ya ha venido siendo el eje de los fascismos) necesitas la justificación/bendición de la causa. Como aquí la causa se expresa en el fútbol no podrían pensar en nadie mejor para que los bendijese que sus representantes, los jugadores o el propio presidente.
Una última pregunta (aunque se podrían hacer muchas más) sería el “¿Qué significa?” Fundamente significa la expansión de lo que representa la violencia. Si los espectáculos de masas son caldo de cultivo de movimientos totalitarios ya ni hablemos si los principales “actores” la legitiman de una forma más o menos encubierta. Eso se convierte en un amplificador de lo que busca la violencia, más violencia. Se podría decir que el esquema es paralelo al de la vida. Porque la vida, pareciendo que se vive a sí misma, también tiene como objetivo la multiplicación. A veces en cantidad (con el sexo), a veces en calidad (con el amor).
2 comentarios:
No soy aficionada al fútbol y, quizá por eso, siempre me he quedado perpleja ante el poder de movilización que tiene este deporte. Creo que ahora mismo la mayoría de la gente solo despertaría de su letargo si se prohibiesen los partidos de fútbol. Entonces, el país quedaría totalmente paralizado en una macrohuelga general, sin que parezca importar a nadie el hecho de que, por ejemplo, seis de cada diez trabajadores españoles sean mileuristas.
Con respecto a lo que comentas, es curioso que la rabia colectiva se canalice a través del fútbol y que ésta tenga tintes fascistas. Me pregunto por qué estos grupos gozan de absoluta impunidad y qué beneficio obtienen los directivos de los clubs, que les amparan y gratifican.
Un saludo.
Más que por el fútbol como deporte (que además apenas me gusta) me interesa el tema como fenómeno de masas. Al estar dentro de una masa la persona cambia de comportamiento y asume otras identidades, aquí es cuando ya se pone interesante.
En cuanto a masa creo que, en algunos aspectos, se puede ver parejo al funcionamiento de un régimen totalitario. El hilo común es el sometimiento a una "causa o idea" mayor (el líder totalitario, la relevancia de ser de un equipo, etc..) y, al mismo tiempo, la anulación de la personalidad individual que se da dentro de esa masa y que muchas veces es en beneficio de esa misma causa mayor.
Siguiendo el hilo de estas similitudes con los totalitarismos creo que se puede ver a la violencia como nexo. Aunque ésta puede tener varios orígenes, el estar anulado como persona (por el motivo que sea) produce odio. Lo que Freud quiso ver como instinto de muerte y que, en realidad, no es otra cosa que un producto de la relación de la persona con su entorno. Si a estas alturas tenemos suficiente odio y anulación de la persona creo que ya se puede hablar de un "mal radical", que precisamente es uno de los temas que más me interesan.
Que los grupos fascistas arraiguen en deportes de masas responde en buena parte a que pueden encontrar un esquema parecido al totalitario y así pueden canalizar y/o potenciar todo el odio que ya antes tenían acumulado.
Después también puede sorprender a primera vista lo que dices, que haya tanta impunidad. Creo que responde a varios motivos. Por pensar rápidamente en algunos se me ocurre:
- En realidad tienen mucho más poder del que se les supone como supuestos "violentos aislados". EL caso del último presidente del Barcelona vuelve a probarlo. Después de sus ingenuas declaraciones de que iba a terminar con los grupos violentos, como quién no quiere la cosa, apareció con su casa barnizada de amenazas. Desde aquella no se volvió a hablar del tema por parte de la directiva y ahí están los que estaban en el estadio tan panchos.
- La sociedad moderna es muy vulnerable. Si alguien decide usar la violencia es relativamente fácil que quede impune y que haga mucho daño. Imagino que ser un jugador de fútbol y tener a dos mil radicales a tus espaldas esperando a que te tiren algo, te apedreen a la salida, etc… no debe de ser muy agradable. Una prueba son estas mismas fotos de la entrada que son tomadas en lugares en los que se supone que no deberían tener acceso.
- Por otra parte también se sigue el esquema de que si no puedes luchar contra alguien hazte su amigo. Los jugadores o el presidente también obtienen beneficios si son apoyados por los grupos radicales (y lo contrario si no son apoyados). Por eso les dan concesiones que pueden parecer inimaginables (entradas gratis, un lugar en el estadio para guardar pancartas fascistas, subvenciones para desplazamientos, etc..). Yo creo que, por ejemplo, tienen suficiente poder como para quitar a algún presidente que no les guste o hacerle la vida imposible a cualquier jugador.
- El odio no creo que esté únicamente en grupos minoritarios violentos. Incluso la sociedad misma es poco sensible al odio porque ella misma también odia, aunque sea con una proporción menor o de otra forma. Si tu trabajo te aburre, tus hijos te cansan, tu mujer no te importa y así sucesivamente (como le sucede a la mayoría de la gente)… eso también genera odio, aunque no sea tan evidente como el que se dedica a agredir físicamente a los demás. No se ve, pero el odio está ahí latente buscando salir. Es la misma pasión necrófila sólo que esta vez enmascarada.
No creo que la impunidad venga sólo de esto, pero en estos motivos encuentra suficiente fuerza.
Lo triste del tema es que personas como los futbolistas referidos en el texto (que además no son los únicos) fomentan la violencia (aunque sea implícitamente) y, en cambio, suelen ser vistos como héroes sociales o referentes para niños y no tan niños. Sólo es otra forma de engaño.
Saludos
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