No había pensado escribir sobre esto, pero ya que se me ha pasado por la cabeza hacer algún comentario sobre algún concierto ya me veo pasando cerca de cosas que no me gustan, así que mejor aclararse un poco a ver si no meto demasiado la lengua en la porquería.
La verdad es que por norma general siempre he detestado a los críticos. Sin dejar de reconocer que a veces una crítica puede tener algún valor en algún sentido, mayormente me parece una plaga. Y lo peor no es la plaga, lo peor son los críticos. Gente que cree saber mucho sobre un aspecto otorgándose la autoridad para emitir juicios de valor sobre cosas que de las que cree saber mucho. ¿Cómo puede decirle alguien que no tiene conocimientos de arquitectura a un arquitecto la forma en que debe de construir una casa? . Por lógica no puede, o al menos no debe. El caso es que esto sucede continuamente.
Como decía Wittgenstein al finalizar el tractactus “De lo que no se puede hablar hay que callar”. Mejor no meter mas porquería a la que ya hay por el mundo, cualquier día nos ahogamos en ella. El caso es que nos empeñamos en hacer lo contrario.
Por otra parte suceden un par de cosas. La primera es que se necesita creer en algo. Aparte de los motivos prácticos (es aconsejable para no llevar una existencia demasiado atormentada si se es un poco coherente). La segunda es que hay cosas a las que se les necesita encontrar una explicación. Lo peor es que generalmente esa explicación no suele ser muy inteligible. Veamos, intentar explicar todas las notas de una sinfonía nos puede mandar a la locura directamente, pero encontrar el motivo de lo que representa esa misma sinfonía puede ser más posible. Por ejemplo: una interpretación psicoanalítica nos podría decir que es una evocación de un perdido anhelo infantil; en una interpretación metafísica se podría encontrar la necesidad del autor y por ende de la humanidad en general de liberarse de las cadenas que lo atan a este sucio mundo.
El caso es que hay momentos en que hay explicarse lo que nos pasa por delante, aunque ya vemos que el límite entre lo que puede explicarse y lo que puede resultarnos incognoscible es muy complicado de encontrar.
Como regla base procuro intentar hablar de cosas que creo conocer en alguna medida. Supongo que a menudo es porque creo que dan sentido de alguna forma a mi existencia. El problema es que esto me deja un margen estrecho. (¿tengo margen al menos?). A partir de aquí si tal pintura abstracta, o cual escultura gótica tiene algún valor o quiere decir alguna cosa en particular es algo para lo que no estoy cualificado para hablar. Supongo que será cuestión de saber hasta dónde me llegan los seudópodos de los que hablaba Cortázar en Rayuela.
Otro de los problemas añadidos es que a menudo la explicación válida no es sólo una. Quizás incluso la explicación buena sea una distinta para cada persona. Ya está de sobra tratado que un trabajo artístico tiene muchos significados. Si bien es verdad que algo que representa por ejemplo odio lo hace por algo, también es cierto que dentro de lo que se podría llamar un substrato base una infinidad de personas podría encontrar multitud de significados.
Lo peor de este supuesto margen es que ni siquiera yo lo he escogido. Lo único que me queda es afrontarlo y seguir el camino que me han puesto. Quizás al final se pueda traspasar alguna puerta y dejar de ser esclavo de lo que te marca la vida.
La verdad es que por norma general siempre he detestado a los críticos. Sin dejar de reconocer que a veces una crítica puede tener algún valor en algún sentido, mayormente me parece una plaga. Y lo peor no es la plaga, lo peor son los críticos. Gente que cree saber mucho sobre un aspecto otorgándose la autoridad para emitir juicios de valor sobre cosas que de las que cree saber mucho. ¿Cómo puede decirle alguien que no tiene conocimientos de arquitectura a un arquitecto la forma en que debe de construir una casa? . Por lógica no puede, o al menos no debe. El caso es que esto sucede continuamente.
Como decía Wittgenstein al finalizar el tractactus “De lo que no se puede hablar hay que callar”. Mejor no meter mas porquería a la que ya hay por el mundo, cualquier día nos ahogamos en ella. El caso es que nos empeñamos en hacer lo contrario.
Por otra parte suceden un par de cosas. La primera es que se necesita creer en algo. Aparte de los motivos prácticos (es aconsejable para no llevar una existencia demasiado atormentada si se es un poco coherente). La segunda es que hay cosas a las que se les necesita encontrar una explicación. Lo peor es que generalmente esa explicación no suele ser muy inteligible. Veamos, intentar explicar todas las notas de una sinfonía nos puede mandar a la locura directamente, pero encontrar el motivo de lo que representa esa misma sinfonía puede ser más posible. Por ejemplo: una interpretación psicoanalítica nos podría decir que es una evocación de un perdido anhelo infantil; en una interpretación metafísica se podría encontrar la necesidad del autor y por ende de la humanidad en general de liberarse de las cadenas que lo atan a este sucio mundo.
El caso es que hay momentos en que hay explicarse lo que nos pasa por delante, aunque ya vemos que el límite entre lo que puede explicarse y lo que puede resultarnos incognoscible es muy complicado de encontrar.
Como regla base procuro intentar hablar de cosas que creo conocer en alguna medida. Supongo que a menudo es porque creo que dan sentido de alguna forma a mi existencia. El problema es que esto me deja un margen estrecho. (¿tengo margen al menos?). A partir de aquí si tal pintura abstracta, o cual escultura gótica tiene algún valor o quiere decir alguna cosa en particular es algo para lo que no estoy cualificado para hablar. Supongo que será cuestión de saber hasta dónde me llegan los seudópodos de los que hablaba Cortázar en Rayuela.
Otro de los problemas añadidos es que a menudo la explicación válida no es sólo una. Quizás incluso la explicación buena sea una distinta para cada persona. Ya está de sobra tratado que un trabajo artístico tiene muchos significados. Si bien es verdad que algo que representa por ejemplo odio lo hace por algo, también es cierto que dentro de lo que se podría llamar un substrato base una infinidad de personas podría encontrar multitud de significados.
Lo peor de este supuesto margen es que ni siquiera yo lo he escogido. Lo único que me queda es afrontarlo y seguir el camino que me han puesto. Quizás al final se pueda traspasar alguna puerta y dejar de ser esclavo de lo que te marca la vida.
2 comentarios:
...mmm...interesante...
El ejemplo que pusiste al principio, el del arquitecto, es muy gráfico. Lo digo porque es fácilmente aplicable a otros ámbitos del arte, como por ejemplo la música o la pintura. Si no se puede "criticar" a un arquitecto porque no se sabe de arquitectura, ¿cómo se puede criticar el arte abstracro o éste o aquél tipo de música si no se es músico?...
Es todo muy complejo, desde luego.
También se da la paradoja de que hay temas sobre los que es imposible opinar (criticar) sin tener ni idea, como los técnicos...por ejemplo: genética molecular, informática aplicada o asuntos de esa índole.
Las personas que desarrollan estos trabajos siempre estarán "a salvo" de las críticas de los "ignorantes".
En cambio con el arte...eso es otra cosa.
Saludos!
Bueno, quizá hay una diferencia con la música respecto a la arquitectura porque en la arquitectura no tiene mucho sentido ser "paciente", sólo me parece posible compreder y valorar los trabajos siendo agente , es decir entendiendo del tema. En la música en cambio hay mucha gente que no tiene ni idea de tocar un instrumento y en cambio tiene gusto suficiente como para saber si lo que se está tocando es de calidad o no. Quizás no podrá saber si es complejo técnicamente, pero eso me parece secundario.
Y lo que dices sobre que hay temas que es casi imposible opinar sin conocimiento también lo veo igual. A ver qué voy a decir yo de genética molecular si no tengo ni idea.
Lo que si también pasa con el arte es algo parecido (aunque no tan exagerado) como por ejemplo lo que pasa con el fútbol (por poner un caso exagerado). Todo el mundo habla de fútbol y en cambio poca gente tiene algo más que unos mínimos conocimientos. Sobre arte también se hace parecido ... tal cosa es una porquería porque no me gusta y nos quedamos tan anchos.
Como decía Wittgenstein de lo que no se sabe no se puede hablar. Con razón la ignoracia es atrevida.
un saludo
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