Cuando era niño recuerdo haber escuchado una idea que me llamó mucho la atención. Lo curioso es que estoy seguro que la escuché de viva voz a alguien en persona pero no recuerdo a quién, en cambio recuerdo claramente lo que se citaba.
Venía a criticar a la gente que hace donativos ridículos. Comentaba que dar una limosna es un acto de caridad elogiable pero si la dádiva que das es completamente ridícula lo que haces es poner precio a tu conciencia. Es decir, si alguien al salir de la iglesia daba veinticinco de las antiguas pesetas al hacer eso le estaba poniendo precio a su propia conciencia o incluso a su alma. Desde luego esto va unido a que ostensiblemente la cifra del donativo no corresponde claramente con las posibilidades que tiene el donante en cuestión.
Por aquel entonces veía a las viejecitas dar unas monedas a los pobres y pensaba que eran personas generosas. Luego me fijé en lo que terminaban dando y me vino a la cabeza esta pregunta. ¿Cuánto vale mi conciencia? ¿Vale cinco duros como lo que le acaban de dar?. Y la tuya ¿Cuánto vale?
Venía a criticar a la gente que hace donativos ridículos. Comentaba que dar una limosna es un acto de caridad elogiable pero si la dádiva que das es completamente ridícula lo que haces es poner precio a tu conciencia. Es decir, si alguien al salir de la iglesia daba veinticinco de las antiguas pesetas al hacer eso le estaba poniendo precio a su propia conciencia o incluso a su alma. Desde luego esto va unido a que ostensiblemente la cifra del donativo no corresponde claramente con las posibilidades que tiene el donante en cuestión.
Por aquel entonces veía a las viejecitas dar unas monedas a los pobres y pensaba que eran personas generosas. Luego me fijé en lo que terminaban dando y me vino a la cabeza esta pregunta. ¿Cuánto vale mi conciencia? ¿Vale cinco duros como lo que le acaban de dar?. Y la tuya ¿Cuánto vale?
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