La sociedad vive inmersa en la mentira absoluta.

-Derrida-

Lo inútil de la crítica y de los críticos

Sin menospreciar la importancia que en algunas ocasiones puede tener la labor de un crítico hay que tener claro que, como poco, dedicarse a la crítica debe de calificarse como actividad de “alto riesgo”. Digo esto porque la crítica implica, entre otras cosas, juzgar a otras personas sobre las que, por mucho que lo queramos, no sabemos demasiado ya que para empezar no podemos estar en su pellejo.
Los vicios de los críticos, aunque son muchos, habitualmente suelen ser los mismos. La mayoría de las veces el crítico no es nada más que una persona frustrada para lo que en realidad le gustaría hacer. Si disfruta de la literatura y no consigue crear nada que merezca la pena quizás consiga un rincón en el que poder expresar sus gustos y, mediante el disfraz de una inocente opinión, construirse la novela que nunca supo escribir a base de los retazos de los trabajos de otros escritores. Si el crítico gusta de la música y no ha conseguido realizarse como músico puede encontrar un lugar en el que sus preferencias sean escuchadas y así se vea metido de alguna forma dentro del “mundillo” musical. Precisamente no quedar aislado y formar parte al precio que sea de aquello que nos interesa es lo que explica la existencia de otra infinidad de profesiones y actividades bastardas. Prosiguiendo con la música, y siempre teniendo como partida que no se ha podido conseguir el deseo velado y primigenio de realizarse como músico, están disponibles una variedad de actividades que pueden mantener de alguna manera la vinculación con aquello que tan secretamente se anhela. Una de las más habituales, y que además a mí más me ha hinchado las narices, es la de dueño de un local de conciertos. Muchas de estas personas terminan ofreciendo un perfil estándar y fácilmente identificable. Su status de dueño les confiere la posibilidad de estar más próximos a los músicos que otras personas. Para empezar porque existe un chantaje implícito en la relación ya que, como no es práctico morder la mano que te da de comer, se hace complicado ceder a los caprichos del dueño de local de turno. Quizás quiera manosear tus instrumentos de trabajo, quizás prefiera que le hables y le escuches sus problemas, quizás se atreva a pedirte que le permitas intervenir en algún tema musical o quizás se le ocurra grabarte. Hoy en día es muy fácil hacer una grabación de audio de alta calidad que, salvo por la remasterización, no deja demasiado que envidiar a muchos de los discos que hay editados. Está bien que te obsequie con una copia pero el original queda en su poder para disponer de él como le venga en gana.
Se puede ver que siendo dueño de un local se adquiere un status cercano al de un dios. Por lo menos dentro de esas paredes se dispone de un buen margen de de decisión sobre los músicos y sobre las otras personas (empleados, etc…). El crítico también suele usurpar esta posición otorgándose a sí mismo el poder de decidir lo que es bueno y lo que es malo. Recordemos que la esencia del crítico es en muchas ocasiones la frustración, así que nada más idóneo que encontrar alivio a las propias penas cambiando el estatus de marginado por el de todopoderoso.
Si pocos están libres de los vicios anteriores, de creerse el centro del universo casi ninguno está exento. Hablando con un aficionado al comic, y preguntándole por si le gustaban unos determinados autores, él me respondió: “Claro, es que a mí me gusta lo bueno.”. En el momento que escuché la frase me pareció inmensamente estúpida. Simplemente con una pequeña deducción queda bien claro lo absurdo del razonamiento: “Si a mí me gusta lo bueno entonces el bien debo de ser yo (y el mal lo que no es como yo).” Teniendo en cuenta que no he conocido ni creo que vaya a conocer a ninguna persona de la que se pueda predicar que es el bien supremo no queda otra que concluir que las personas que se amparan en argumentos de este estilo no pueden ver la realidad porque ésta se encuentra más allá de su propio ego. En el mejor de los casos podrán llegar a contemplar “su” realidad, pero fácilmente será incompleta y además, debido a su naturaleza parcial, será falsa.
Aprovecharé un texto de otro blog para tomarlo como ejemplo de lo que es una persona que no sabe comprender que la realidad va más allá de lo que él puede comprender. Alguien que, sin decirlo directamente, también sostiene aquello de “a mí me gusta lo bueno.”
El artículo es una crítica de Vicente Mora a "After Dark", la novela de Murakami . En mi opinión él se muestra honesto consigo mismo y con sus lectores porque “After Dark” no le ha dicho nada y por lo tanto se pronuncia conforme a eso. Además, como no tiene ninguna relación de trato con Murakami, no necesita suavizar sus palabras como hace con la crítica de otro libro que, en buena parte , tampoco le ha dicho gran cosa, el de su amigo Jordi Carrión. Pero que no le haya dicho nada no quiere decir que Murakami no diga nada. No existen filósofos que sepan apreciar toda la filosofía, ni músicos que sepan apreciar toda la música, ni literatos que sepan apreciar toda la literatura. Existen personas que tienen interés por una parte de estas disciplinas y que frecuentemente tienden a pensar que su comprensión de la disciplina es absoluta. Si hablamos de literatura Cortázar, por ejemplo, detestaba la forma de escribir de Pérez Galdós. Si hablamos de música la predilección por el timbre de un instrumento hará que fácilmente no nos guste otro que se mantenga en otras frecuencias. Considero que me interesa el blues como género musical pero, sin embargo, detesto el tono chillón y estridente de la guitarra de Roy Buchanan. ¿Quiere esto decir que Roy Buchanan es un mal músico porque a mí no me gusta ni siquiera su sonido? Obviamente no. Hace tiempo propuse con toda la mala intención esta pregunta en un foro de blues: “¨¿Qué músicos de blues consagrados no te gustan?”. Por aquella época me cansaba una especie de “buen rollo” que se respiraba en el ambiente y en el que parecía querer darse a entender que todos tenemos los mismos gustos, éstos nos unían y formábamos un grupo cohesionado. Al poco tiempo comenzaron a surgir discordancias que parecían impensables. Uno confesaba que no le gustaba B.B. King, a otro no le gustaba Albert Collins, y consecuentemente comenzaron las discusiones. Lo que parecía un grupo de amantes de la música no éramos nada más que un puñado de personas que mientras decíamos admirar el mismo género, en realidad, teníamos percepciones completamente distintas sobre los mismos temas.
La lectura que Mora ha hecho de Murakami no le ha dicho nada simplemente porque el libro está en otra “frecuencia”, no es la suya. Creo que él mismo se delata cuando dice: “Leer las novelas de Murakami, al menos para mí, es pasar unas horas con la conciencia de que al rato (dos horas, dos días) se desvanecen de la memoria y pasan al limbo de los libros leídos sin ningún tipo de provecho.”; o cuando dice: “El bolígrafo con que suelo anegar de tinta otras novelas señalando hallazgos, citas o diálogos majestuosos queda hoy a un lado, aburrido, inútil.”. Hay multitud de devotos de Murakami a lo largo de todo el mundo y también hay multitud de críticas favorables sobre esta misma novela pero esto no cuenta para Vicente, cuenta su percepción y de ello hace el mundo. Justamente pensar que su percepción es la válida es lo que le lleva a denigrar a los que no la tienen: “Las novelas de Murakami son propicias para personas que necesitan libros sin complicaciones, que se lean rapidito y “de un tirón; ese tipo de novelas que interesan a quienes no gustan de eso que unos llaman alta literatura y otros literatura a secas.”; o al propio Murakami “[…] se queda en la superficie psicológica, como si todos los hombres y todas las mujeres del mundo fueran clones, y no hubiera más que un único tipo de pensamiento.”; “Murakami es autor de un solo personaje femenino y de uno masculino, de un solo espacio, de una sola ciudad, de un solo libro (no demasiado divertido y no demasiado ambicioso).”. Esta última parte me recuerda mucho a la gente que no tiene interés por el blues. Éste le parece repetitivo y monótono porque se mantiene en unas estructuras simples y predecibles
(en el primer comentario de esa entrada le replican bajo un patrón similar al que me estoy refiriendo). Pero para alguien que conozca esta música la descripción resultará completamente falsa ya que encontrará, y sobre todo disfrutará, con infinidad de mínimas variaciones. Sobre Lightnin´ Hopkins se ha dicho que en realidad sólo había compuesto una canción y el resto son variaciones. En cierto modo se podría decir que es cierto. A mí y a muchos más nos es indiferente porque disfrutamos con esta música y esto es el motivo fundamental que hace que tengamos una opinión distinta de los que simplemente no les gusta. Resulta entonces claro que el sentimiento suele preceder al pensamiento porque se tenderá a conforme lo que se haya sentido antes.
A estas alturas sorprende que se hagan tantos esfuerzos para finalmente terminar siendo prisioneros de nuestro Yo. Tanto trabajo en vano que sólo sirve para vivir sustentando mentiras.

15 comentarios:

Òscar Roig i Carrera dijo...

Estoy de acuerdo contigo en la desagradable e injusta prepotencia que gastan muchos críticos. Por otra parte a casi todos los que nos gusta mucho ya sea la música, la literatura o cualquier otra disciplina, nos gusta creer que nos gusta lo bueno y que rechazamos lo malo. Y yo creo que, efectivamente, existe el buen gusto, y que hay que cultivarlo, y también existe el mal gusto, y a veces de maneras muy obvias... Lo que no podemos es creernos en posesión de la verdad absoluta. Pero, no todo es relativo en arte. O tu crees que sí? Claro que todo es relativo en último término, pero así no podríamos opinar nunca de nada...
Decía Oscar Wilde, creo que en "El crítico como artista" que un buen crítico tenia que ser mucho más culto e inteligente que un buen autor. Quzá debería haber críticos de críticos, y no sé si muchos aprobarían...
Saludos!

. dijo...

En mi opinión la clave está en que solemos terminar reduciendo nuestros juicios bajo la premisa de "lo que a mí me gusta es lo bueno". Si podemos llegar a situarnos más allá de este punto y comprender que otras personas pueden tener juicios igualmente válidos, que sean incluso contrarios a los nuestros, entonces podremos liberarnos de la cárcel en la que vivimos aislados. Por ejemplo, y por seguir con el tema de Murakami, si deseamos hacer una crítica realista buscaremos no sólo dar nuestra opinión, también valoraremos otras que sean cualificadas. Lo gracioso de despreciar el juicio de los demás es que, debido a que nuestro juicio nos parece el bueno, pensaremos que los que no lo siguen son idiotas o algo por el estilo. Nos otorgamos el privilegio de ser el centro del mundo y de juzgarlo desde esa posición. Consiguientemente será fácil que pretendamos imponer nuestro juicio y dejemos la tolerancia a un lado.

Existe el buen gusto y desde luego se puede cultivar. Incluso ese buen gusto (o "buena razón" si hablamos de pensamiento) puede ser completamente opuesto al desarrollado por otras personas pero ello no le quita legitimidad.

Si hablamos de arte creo que existe un terreno fijo desde el que poder hablar, lo complicado será encontrarlo. Hablar de arte no es tan fácil como hablar de matemáticas. Una sensibilidad estética fácilmente se opondrá a otras y por eso vuelvo a lo de antes. Se hace necesario confrontar otros juicios y sobre todo tener tolerancia. Reconozco que el esfuerzo es importante porque en bastantes ocasiones deberemos de aceptar algo completamente opuesto a lo que defendemos o sentimos pero es que la realidad no se queda en el principio de no contradicción de las ciencias. Algo y su opuesto pueden ser igualmente válidos. Con esto hablo de criterios de verdad, evidentemente un opuesto puede ser una mentira y, por lo tanto, simplemente por ser opuesto no le queda conferida la validez.

Pensando en lo que comentas de Wilde imagino que tiene que ver con que no se puede comprender verdaderamente la inteligencia de una persona si, al menos, no se es igual de inteligente.

Saludos

emejota dijo...

Me ha gustado mucho el post y los dos comentarios. Tengo algo pendiente de escribir al respecto pero todavía no me sale y cuando lo haga algo disparatado se me escapará.
Con esto quiero decir que juzgar implica colocarse, al menos por una razon-tiempo, por encima del objeto juzgado. También nos han educado desde pequeños a fortalecer nuestro ego emitiendo juicios de lo más variado y banal.
Llega un momento en que caemos en la cuenta, si bien, desafortunadamente no nos ocurre a todos. Es entonces cuando verdaderamente empezamos a sentir el respeto ajeno, que también podría ser una forma de amor, aunque por supuesto no se comparta en absoluto la cuestión.
Desde mi pto. de vista existen obras excelsas en el mundo de las artes, al margen de mis preferencias. Estas unicamente delimitan mis características. Características inmanentes a nuestra estancia por estos lares. Un abrazo.

. dijo...

Pienso que uno de los motivos que hacen que pensemos que nuestra percepción es la única (o cuando menos la principal) es lo que citas de la educación. Después de todo las sociedades capitalistas occidentales fomentan la codicia y el lucro personal, ello puede ser una piedra de apoyo para que vivamos aislados de los demás refugiándonos en nosotros mismos. También podría decirse que tener inquietudes intelectuales o artísticas es como tener un gran problema personal. Es fácil que no sepamos "salir de este problema" una vez metidos en esta situación.

Un abrazo.

Lectora dijo...

Seguramente tiene usted razón en lo referente a las motivaciones de los críticos, de todas formas si cogemos esta entrada y la combinamos junto a la de la violencia podríamos extraer que en el fondo se trata una vez más de una lucha de posiciones.
Cada cual manifiesta y en el fondo desea imponer su visión de las cosas.
Personalmente creo que cuando uno advierte que algo es verdaderamente indigerible para su mente debe hacerlo saber con toda contundencia.
Otra cosa es criticar a la ligera de forma mezquina por motivaciones de envidia o mala baba, eso no debería ser así, pero ensalzar lo que uno percibe como bueno y señalar lo que percibe como malo ¿porqué no?
Claro que hablando estrictamente de gustos tampoco es lógico dramatizar.

Por cierto el libro que menciona de Murakami me lo tienen que dejar próximamente y ya me tiene intrigada la verdad. Ya le contaré.
Saludos,

. dijo...

Claro. Por eso decía que la crítica de Vicente me parece honesta, al menos lo honesto que puede llegar a ser alguien que no contempla más puntos de vista. Desde luego la "envidia o la mala baba" no creo que le muevan. Simplemente se queda ancho diciendo lo que le apetece al dar rienda suelta a su visión incompleta que alimenta su ego.

A mí me parece incorrecto señalar algo como "malo" al calificarlo exclusivamente desde el punto de vista personal. Por eso se llega al nivel de disparate que alcanza Deleuze cuando ni siquiera toma en cuenta a Wittgenstein. Hubiese sido más apropiado que dijese que lo que hace Wittgenstein no le gusta, ya que es contrario a su visión de la filosofía, y por eso no puede compartir la orientación de la filosofía de Wittgenstein. Pero todo ello sin olvidar que lo que Wittgenstein sacó a la luz en su pensamiento es fruto de su humanidad, de sus circnstancias, por lo que es honesto y legítimo. Ya ni hablemos de la influencia que ha tenido el filósofo de Austria. Despreciando a Wittgenstein también se desprecia todas las personas que lo siguen.

Respecto a Murakami, aunque no soy adivino, yo contaría con unas buenas posibilidades de que resulte aburrido. Nunca se sabe.

Saludos

Lectora dijo...

Sabe? a veces me sorprenden las casualidades de la existencia, un día tengo que hacer una entrada con la teoría de la sincronicidad de Jung, pero es que antes de leerle a usted estaba precisamente tramando un par de críticas de las gordas, concretamente en terreno de lo artístico y ahora usted me ha coartado, ahora tendré que medir mis palabras para no pecar de injusta, ya lo verá próximamente.
Saludos,

. dijo...

Una de las claves es la dichosa frase de "lo bueno es lo que a mí me gusta". Aunque decía que a mí me pareció ridícula tampoco voy a creerme mejor que nadie. La segunda parte vino cuando pensé que quizás yo no estaba tan distanciado de esa postura como pensaba y, mirando hacia atrás, pude ver que inconscientemente también había defendido temas bajo "lo bueno es lo que a mí me gusta".

Además la razón no se gasta ni se agota con el uso. En realidad es un pozo sin fondo en el que se hace necesario aprender a hacer preguntas nuevas sobre lo que ya se conoce. Este tipo de perspectiva es casi de lo más fundamental que enseña la filosofía. Lo digo porque, aunque pueda parecer que alguien ya ha hablado sobre un tema que nos interesa, en realidad siempre hay algo más que decir. Hay tantas formas de profundizar en algo como personas que quieran hacerlo.

A mí también me gusta bastante Jung.

Saludos

Lector Iracundo dijo...

En ese caso, alguien puede afirmar que un chiste de Lepe tiene el mismo valor literario que Crimen y castigo, o Los hermanos Karamazov.

Temo que la buena literatura existe, y también los defectos objetivos en la mala.

. dijo...

Desde luego. Hay elementos con valor artístico y otros que no lo son. Lo que yo creo es que percibir el valor literario de algo es una garantía pero no percibirlo no implica que no exista. Quizás otra persona sea más hábil o tenga una sensibilidad estética más apropiada para encontrarlo.

Saludos

Maria C dijo...

Hola bLuEs,concuerdo en que la critica de cada uno es acorde a nuestros gustos u opiniones,pero tambien acorde a nuestras percepciones,me explico, muchas veces existe una gran diferencia de opinion en las personas acorde a su modo vida,a su herencia cultural ya que por provenir de lugares o culturas diferentes perciben las cosas de manera diferente,tienen valores diferentes e intereses diferentes.
Esto es algo que percibo muchas veces leyendo los comentarios de diferentes blogs,en uno admiran ciertas acciones en otro las deploran,el problema viene cuando difieren dentro del mismo blog ya que es dificil que sean capaces de mantener posiciones encontradas sin llegar a la agresion ya que como decis:cada uno sostiene que "le gusta lo bueno" y lo bueno es su gusto personal,sin vueltas.
Tambien siento esta diferencia de percepcion que hace que la critica de muchas cosas sea diversa cuando comento en blogs europeos,la diferencia de valores y referentes de por si crea una diferencia bastante amplia,lo cual no quiere decir que una sea buena y la otra mala pero si diferentes,la mayoria de las veces nos negamos a admitir estas causales y solo vemos que no piensan como nosotros.Saludos

. dijo...

Hola María C.

Imagino que sobre todo es por falta de tolerancia. Cosa que además es herencia del primer error. Sería absurdo que todos pensásemos igual, el problema es cuando no se respeta la opinión de otro y se trata de imponer la propia (cosa bastante frecuente).

Saludos

Dizdira Zalakain dijo...

Este tema creo que se puede abordar desde dos perspectivas.
Desde una perspectiva filosófica, mi opinión es que existen valores estéticos y éticos universales, si bien éstos no son demostrables ni cuantificables científicamente. No puedo demostrar científicamente que Bisbal hace peor música que Bach, ni que torturar ancianos sea peor que cuidarlos desinteresadamente. Estos valores se me presentan a la conciencia a veces como un "choque" inmediato, a veces como el fruto de una reflexión y maduración; a veces se me imponen con irresistible fuerza de convicción y a veces solo como una ligera tendencia.
No puedo justificar científicamente esos valores: solo puedo intentar racionalizarlos una vez que se me hacen presentes. Por ejemplo: no puedo demostrar que la música de Bach es maravillosa, aunque al menos puedo hacerme copnsciente de ello y tratar de analizar a qué elementos que están o que yo pongo en esa música se puede deber mi juicio.
Por otra parte, y aunque sea algo que escapa a la ciencia, me doy cuenta de que, como tantas otras cosas que se escapan a la ciencia -la ética o la fe, por ejemplo- mis juicios estéticos son lo más mío que tengo, lo que más me define como persona. Por eso ¡qué hipócrita y que traidora sería si fingiera aprobar éticamente lo que me repugna, si me avergonzara de mi fe o si pretendiera disfrutar con una música o un libro que me desagradan!

Esto conecta con la otra perspectiva desde la que se puede tratar el asunto: la de las relaciones sociales. ¿Es una falta de respeto con implicaciones incluso éticas (puesto que estamos hablando de prepotencia o desconsideración) censurar duramente una obra musical o literaria y, con ellas, a sus autores?
En mi opinión, la respuesta es que depende de si ese autor no solo ha incurrido a nuestro juicio en un "delito" estético al componer o escribir su obra sino en si, además, ha incurrido en un "delito" ético. En el segundo caso, si estamos convencidos de ello, aunque estemos equivocados, estimo que tenemos el derecho -y hasta el deber- de descalificar a quien ha escrito o compuesto una obra horrible, no por incapacidad o falta de inspiración, sino voluntaria y conscientemente siguiendo unas directrices ajenas a su oficio.
Utilizando el ejemplo que pones tú, sobre el músico que debe favores al dueño del local de conciertos, si un buen músico incluye en su repertorio canciones que sabe que son una porquería porque el dueño del local se lo ha pedido, tiene merecido que le consideren un mal músico. Lo mismo puede decirse del escritor que escribe basura para ganar mucho dinero, etc. Si yo creo que alguien ha actuado así, me siento moralmente autorizada a llamarle cosas feas en público o en un blog, etc. Si actuara de otro modo me sentiría no solo hipócrita, sino además colaboradora, con el silencio, de los continuos atentados que en nombre del afán de lucro y de la estupidificación de la sociedad se perpetran contra la música o la literatura.

Saludos.

. dijo...

Claro. Si no hay necesidad de engaárse a uno mismo y a los demás diciendo que gusta algo que en realidad no gusta. Lo que hay que pensar es que lo que uno puede ver no es todo lo que existe e incluso puede haber más formas de verlo. Si hay un grupo de personas cualificadas que dicen que tal obra de arte es buena no hay necesidad de hacer una votación democrática para ver si por mayoría le gusta a todo el mundo.

Un profesor que tuve decía que a una gente que tocaba en la calle no le daba monesdas porque tocaban muy mal. Yo incluso diría que les pagaría para que parasen. Digo esto porque yo también creo en la existencia objetiva de estos valores. Lo que quizás me preocupa menos es si uno e smejor que otro. mi criterio fundamental es el de verdad (si es que no suena muy pretencioso decirlo así). Por supuesto que hay gente que ha progresado m´sa en una disciplian que otra pero, si tenemos que hablar de arte, no jugamos con las mismas reglas que en una carrera de atletismo. En la carrera el que llega primero es el mejor. En la expresión artística simpplemente se expresa de forma honesta o no. Dos personas pueden expresar cosas distintas y ser ambas válidas. No son excluyentes.

Gracias y saludos.

CorZ dijo...

Me gusto lo que escribiste.
Que mas puedo decir que no se haya dicho ya.
Cada quien sus gustos y punto.
La musica es taaaaaaan amplia, por eso hay muchisimos generos, hay para todos los gustos y colores.