Algo que nunca entendí es la manía que tiene casi todo el mundo de hacer “la ficha” a los demás. Con hacer “la ficha” me refiero a interrogar sobre datos superficiales con la pretensión de que así se termina conociendo a la persona sobre la que se pregunta. En España los treintañeros ya tienen una referencia común a base de ver en su infancia el programa de televisión “Un,Dos,Tres.”. Había que presentar rápido a las parejas de concursantes y para ello se usaba el esquema: “estos son fulanito y fulanita, él es funcionario y ella ama de casa, son residentes en tal ciudad”. Es decir, todo lo imprescindible para conocer a las personas que estaban delante del televisor. Por supuesto, no hay que olvidar que el formato de presentación se repetía, con lo que el ritual daba también la tranquilidad necesaria para que los espectadores tuviesen como fidedigno ese conocimiento. Se suele preguntar si fue antes el huevo o la gallina, en el caso de este concurso me inclinaría a decir que seguramente amplificó lo que antes ya era una mala costumbre socialmente aceptada.
Pero la mala costumbre perdura en casi todos los niveles sociales. Siempre hay alguien dispuesto a preguntar sobre la edad, la profesión o cualquier otro dato estúpido, y lo peor es que sigue creyendo que así se conoce realmente a una persona. Aunque es obvio que, para empezar, mucha gente acaba dedicándose a lo que le ha caído en suerte, en vez de a algo por lo que siente vocación, también podemos ver lo disparatado de este esquema de preguntas si ponemos el ejemplo de un artista. ¿Quieres saber quién es realmente un músico en concreto? Conociendo el lugar de nacimiento, los años que pasó en cada sitio o las profesiones a las que se dedicó, poco más que superficialidades vas a conocer. Paradójicamente el lugar en el que puedes acercarte a lo que realmente es esa persona es contemplando algo que suele estar delante de los ojos de todos, su trabajo. El resto no pasa de ser una serie de anécdotas.
Recuerdo haber leído a Ingmar Bergman hablar de la amistad que tenía con uno de sus ayudantes. Habían llevado al extremo lo que está antes mencionado. Por lo visto eran grandes amigos pero no sabían absolutamente nada de la vida privada del otro, lo que los unía era su trabajo.
Pero la mala costumbre perdura en casi todos los niveles sociales. Siempre hay alguien dispuesto a preguntar sobre la edad, la profesión o cualquier otro dato estúpido, y lo peor es que sigue creyendo que así se conoce realmente a una persona. Aunque es obvio que, para empezar, mucha gente acaba dedicándose a lo que le ha caído en suerte, en vez de a algo por lo que siente vocación, también podemos ver lo disparatado de este esquema de preguntas si ponemos el ejemplo de un artista. ¿Quieres saber quién es realmente un músico en concreto? Conociendo el lugar de nacimiento, los años que pasó en cada sitio o las profesiones a las que se dedicó, poco más que superficialidades vas a conocer. Paradójicamente el lugar en el que puedes acercarte a lo que realmente es esa persona es contemplando algo que suele estar delante de los ojos de todos, su trabajo. El resto no pasa de ser una serie de anécdotas.
Recuerdo haber leído a Ingmar Bergman hablar de la amistad que tenía con uno de sus ayudantes. Habían llevado al extremo lo que está antes mencionado. Por lo visto eran grandes amigos pero no sabían absolutamente nada de la vida privada del otro, lo que los unía era su trabajo.
11 comentarios:
Me ha gustado. Mucho la verdad. Impresionante que haya logrado captar mi atnción de ese modo. He leído otro par de entradas y además de la ideología las referencias me encantan (un placer culposo).
Seguramente leeré más cosas por aquí luego, por cierto...dicen que en esos programas pueden ser hilarantes.
Saludos sr. misántropo.
He visto tu perfil y coincido en gustos con bastantes de las referencias que das. Es posible que ahí esté el motivo. Me alegro de que tegamos cosas en común.
Gracias por tu comentario y saludos.
Cierto que la gente tiene manía con eso de hacer "fichas" - pero no todo es tan blanco o tan negro. Muchas veces para poder mantener una conversación necesitas saber algo de tu interlocutor - simplemente para saber qué es lo que tenéis en común, y de qué podéis hablar-. Y en eso yo no veo nada malo.
Yo que yo valoro es poder *empezar* una conversación sin pasar por las preguntas "ficha". Pero eso desgraciadamente es muy poco frecuente..
Y además de que todo no es blanco o negro nosotros mismos podemos no ser blancos o negros. A veces se nos escapa "sacar la ficha" detrás de alguna pregunta aparentemente bien intencionada.
Y también es verdad que, como dices, puede ser necesario saber un mínimo de datos. Supongo que es inevitable.
Quizás todavía más importante que los datos concretos sea el uso que le damos. Lo importante es saber mirar el interior y no quedarse en el cascarón. Cuando se consigue ....es una suerte.
saludos.
A veces no podemos evitar "fichar", pero me he dado cuenta con el tiempo que la gente miente, así que opto por observar, sentir y mirar a los ojos. Nos han enseñado a catalogar, pero ya va siendo hora de reinventar.
Somos herederos de una tradición basada en tópicos. Ojalá consiguiésemos reinventar.
Saludos.
Supongo que la gente se aferra a eso porque los considera como "llaves" para abrir cualquier conversación con un desconocido. Y muchas veces se equivocan.
Hace un par de días me pasó bailando en la clase de tango, que me sacó a bailar un chico con quien nunca había bailado. Y comenzó preguntando mi nombre. Cuando se lo dije no me creyó, y pidió el nombre verdadero. Ese comentario ya me cayó mal. Puede que no me presente con el nombre que figura en mi DNI, pero todos ya me conocen con el mismo, y nadie lo discute. Bueno, seguimos bailando. Luego mi edad. Después la carrera que estudiaba. Cuando preguntó por mi fecha de cumpleaños, puse cara de incomodidad y creo que dije algo así como "No..." Ahí la conexión se rompió definitivamente. Trató de salvar la situación diciendo "¿Hago muchas preguntas, no?", a lo que contesté con un rotundo SÍ.
Habría que hacer una lista de las preguntas interesantes que podrían suplantar a las clásicas: nombre, edad, profesión, lugar de residencia. Quizás de a poco se puedan poner en práctica.
El huevo primero...
vaya, totalmente "gadameriano". el texto (en tu ejemplo la obra de arte) se desvincula del autor, dejando abiertas libres interpretaciones.
quizás algunas cosas no te definan como persona, como tu edad o tu lugar de procedencia, e incluso el trabajo, pero los estudios? es bastante esclarecedor saber si alguien estudia ADE o filosofía, por ejemplo.
Pero en general, estoy de acuerdo. Llevo 5 años dedicándome a analizar a las personas, y aunque los "datos personales" no resulten relevantes, conocer a alguien a un nivel de profundidad media no es tan dificil. Puedes fijarte en su expresión corporal, su entonación al hablar y el uso de determinadas palabras y no otras, su forma de vestir. Puedes hacerle preguntas demasiado directas y personales para ver como reacciona... en realidad, es mucho más facil de lo que dicen conocer a una persona
Yo he conocido a bastante gente que estaba matriculada en la carrera de filosofía y que lo mismo podía estar allí que en cualquier otro lugar que sonase de forma extraña. Además incluso se podría llevar más lejos porque estudiar filosofía no quiere decir que se es filósofo, más bien que se vive de la filosofía de los demás.
En la expresión gestual ya tengo una opinión similar a la tuya.
Saludos
En general estoy bastante de acuerdo con casi todo lo que has opinado en este artículo, pero piensa que eso de "hacer la ficha" no es nada más que un modelo, y como tal es muy limtadoy simplista, y de ahí sus fallos.
Se basan es una "probabilidad" muy subjetiva, porque es la que el sujeto extrae de sus experiencias personales, pero en principio puede ser muchas veces una pequeña aproximación, y por tanto útil. Además, si no nos basamos en nuestro aprendizaje (o sea, en nuestras experiencias) ¿en qué nos podemos basar?... muchas veces no existe otro "manual" al que echar mano en un momento determinado. No sé si me explico.
Y que conste que no seré yo quien defienda eso de "hacer la ficha" pero también entiendo que es practicamente imposible no caer nunca en algún tipo de prejuicio. Lo malo es cuando no es que estemos prejuzgando a alguien por un rasgo similar a otra persona y con eso relacionemos otros aspectos, sinó que a veces hay personas que aunque ya te conozcan son aficionados a "haer la ficha", porque les encanta encasillar, y sobre todo porque siempre se benefician de encargarse de encasillar a determinadas personas donde a ellos les interesa, y ya sabemos que muchos los prejuicios sociales (no me refiero a los personales) son un argumento que "va a misa" para algunas "masas", así que a veces hasta puede acabar siendo un arma, ¿no creees?
Saludos, y enhorabuena por el post =)
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