Usos fraudulentos de los animales de compañía

Creo que uno de los momentos en los que terminó mi infancia fue cuando comencé a darme cuenta que detrás de lo que parecía un mundo limpio y organizado había unos pilares sucios y retorcidos. Pio Baroja en “El árbol de la ciencia” lo ilustró muy bien cuando en el reverso de honorables revistas aparecía pornografía barata como si fuese algo lógico y coherente. Con el tema de lo que se llama “animales de compañía“ no hay excepción. Lo que comienza siendo un elogio para el dueño termina encontrando motivos retorcidos detrás de lo que aparenta ser un cúmulo de buenas acciones.
Seguro que se podrían encontrar un sinfín de motivos insanos distintos de los aparentes detrás de la convivencia entre humanos y el resto de los animales. Uno de los que más me revientan es el típico caso de “proyección maternal frustrada”. Ejemplificando el caso lo suele representar una mujer en torno a la veintena que comienza a sentir la necesidad de proyectar en algo los instintos maternales que le desbordan por todas partes. Como aún no ha conseguido el verdadero objeto de sus instintos (el bebé) usa sucedáneos, un gato por ejemplo. Todo aparenta ser un genuino amor por los animales hasta que el verdadero bebé llega. Entonces el gato de turno pasa a un plano tan secundario que lo más probable es que sea expulsado de casa con cualquier pretexto (la toxoplasmosis es uno de los más frecuentes). El yo interior ya está saciado con lo que verdaderamente quería y no necesita para nada al sucedáneo con lo que el pobre sucedáneo pasa a convertirse en un juguete roto que encima tiende a molestar. Aunque pueda parecer machista ilustrar este caso centrándose en el género femenino lo cierto es que la tendencia en el otro sexo es todavía peor. Después de todo al menos así la chica de turno ha hecho algo de caso a los animales. Tenderá a encontrarle otro hogar al que ya tenía y al menos no acabará en la calle, con lo que al menos el gato acabará ganando. Los hombres generalmente ya ni llegan a ese nivel, con lo que no hay gato que salga ganando algo por ninguna parte.
Otro de los usos fraudulentos más típicos es el de la gente que vive sola. La soledad es tan dura que se puede hacer insoportable y en ese momento, aunque no se haya sentido nunca mayores simpatías hacía ningún bicho viviente, cualquier cosa que se mueva es gratificante. El problema de esto es que fácilmente no es una relación sana. Una cosa es vivir con alguien porque te enriquece de alguna forma y otra vivir con alguien porque lo necesitas y no puedes vivir por cuenta propia. En este último caso es muy fácil que la convivencia esté viciada.
Que me perdonen las chicas o la gente que viva sola porque también entre ellos hay gente maravillosa y verdaderos amantes de los animales, pero es que son lugares comunes muy fáciles para que aniden “relaciones enfermas”. En mi caso ni soy una chica ni tengo mayor problema para vivir largas temporadas solo, pero también he aprendido a base de tortazos que no soy mejor que nadie así que seguro que mirando un poco más profundamente encuentro algún motivo retorcido en mi convivencia con Balán. ¿Verdad Balán?, estás ahí tan feliz mirándome y yo diciendo que igual tenemos una relación enferma. Es cosa de locos.