La sociedad vive inmersa en la mentira absoluta.

-Derrida-

El engaño del empaste y las desventajas de la amalgama dental

Es cierto que cualquier profesión es susceptible de ser ejercida de una manera corrupta. Pero también es verdad que la corrupción anida más y mejor en los lugares en los que más aflora el dinero y éste se encuentra al alcance de la mano. Fundamentalmente sucede así por un motivo sencillo, a mayor tentación más posibilidades de caer en ella.
La situación de los dentistas no deja de ser peculiar. Fundamentalmente porque muchos de ellos consiguen cada mes importantes ingresos gracias a que en la sanidad pública apenas se ofrece cobertura sobre este apartado y, por lo tanto, cualquier persona que tenga un problema dental mínimamente serio se verá obligada a solicitar los servicios privados de un dentista. Pero, además, los ingresos de un dentista también pueden proceder de más vías. Una de las más comunes se refiere al tema de los empastes dentales.
Hoy por hoy los empastes resultan imprescindibles cuando se ha producido una caries dental. El proceso es simple. Una vez diagnosticada la caries se erosiona lo suficiente esa parte del diente hasta que dicha caries ha sido destruida. Es decir, que junto a la caries nos vemos obligados a eliminar irremisiblemente una parte de la pieza dental. En este punto resulta especialmente relevante el que no quede ninguna huella de si allí ha habido una caries o si, por el contrario, lo que había era una pieza completamente sana.
Todo dentista conoce esta circunstancia, y una proporción que yo estimo relativamente alta saca provecho económico de ello en detrimento de la salud del paciente. La forma es muy simple y funciona bajo el mismo esquema de “tener a la zorra vigilando el gallinero”. Es decir, si la persona que tiene que diagnosticar la caries es la misma que va a obtener beneficios de una posible intervención, fácilmente puede ver su juicio sesgado al saberse beneficiada económicamente por una posible intervención. Hablado claro, si no hay caries que empastar los dentistas verán muy mermados sus ingresos. Con esto se da la paradoja de que personas que tienen que estar dedicadas al cuidado de la salud son las mismas que acaban creando los problemas. Algo parejo a lo que, de forma mucho más excepcional, ha sucedido con guardas que incendian el bosque para que su empleo subsista.
Esta circunstancia de los empastes, que podría parecer algo anecdótico o reducido a unas pocas personas sin escrúpulos, es algo que he venido observando a lo largo de los años en bastantes y en muy distintos dentistas. Hasta el punto de que he visto piezas dentales con caries descritas como “mortíferas” que, sin embargo, han sobrevivido sin ningún problema durante décadas si el paciente, insólitamente, decidía que no debía de realizarse ningún empaste. Obviamente no existía ningún tipo de caries. Lo que sucedía es que el dentista de turno se beneficiaba económicamente si había que realizar un empaste y no tanto si éste no llegaba a hacerse.
El truco es simple. Apoyándose en mecanismos similares a los descritos en el experimento de conformidad con la autoridad de Milgram, el dentista afirma que existe una caries dónde no la hay apoyándose en un argumento de autoridad. Él es un médico y, por lo tanto, ante alguien que no lo sea, su juicio es el que vale. Como dije, una vez el empaste se ha hecho, desaparece la prueba. En este caso el trozo de diente sano. Si, extrañamente, por cualquier motivo el paciente se niega a ser empastado el médico también queda impune porque, en el peor de los casos y si se ve “entre la espada y la pared”, podrá alegar haberse equivocado. De la misma manera que a día de hoy no sé de ninguna cajera (o cajero) de supermercado que haya sido sancionado por devolver menos cambio del correspondiente (otro “truco” bastante manido), también desconozco que algún dentista haya llegado a ser sancionado por querer hacer un empaste cuándo no debía.
Hasta aquí podría pensarse que el único perjudicado es el diente (que innecesariamente ha perdido un fragmento) y el bolsillo del que ha tenido que pagar una operación innecesaria. Pero sucede también que el material con el que se han hecho casi todos los empastes, la amalgama dental, está en una situación similar a la del amianto (asbesto). Creyendo, sin ninguna justificación médica, que el amianto no era nocivo, fue empleado en distintas áreas industriales con el irremisible perjuicio para la salud de los que tuvieron que manejarlo. Al igual que con el amianto, también se ha ignorado las más mínimas precauciones médicas con la amalgama, haciendo de ésta última el material más común en las operaciones de empaste. Sería largo de citar los efectos nocivos de la amalgama en la salud (en mercuriados hay una información detallada) pero, por resumirlos rápidamente, se podría decir que la aleación de la que está formada la amalgama (aproximadamente un 50% de mercurio y otro tanto de metales como el cobre, estaño, oro y plata) no forma un compuesto que permanece sólido e intacto después del empaste. Por el contrario, se va diluyendo a base mínimos fragmentos y emanaciones que, al estar en la boca, pasan al resto del organismo a través del sistema digestivo. Evidentemente la exposición al mercurio no es nada beneficiosa. En algunos casos se hace evidente de forma relativamente rápida y en la mayor parte de ellos los síntomas tardan muchos años en aparecer, con lo que se hace complicado encontrar fácilmente la relación causa-efecto. En cualquier caso tener empastes de amalgama en la boca es lo mismo que tener una bomba de relojería que, en cualquier momento, antes o después, terminará explotando.

6 comentarios:

Sharp dijo...

Menudo cuerpo me has dejado, sabiendo la bomba que llevo encima. No tenía ni idea de esto, pero tampoco motivos para sospechar. Como tú bien dices, si te lo dice un médico, quién eres tú para decir lo contrario (a menos que dispongas de una segunda y tercera opinión, cosa difícil).

También es destacable el hecho de que pasemos más veces al año por el dentista que por una revisión médica, yo directamente hace tiempo que no me hago análisis de ningún tipo (también por mi juventud, no temo nada). Pero vamos, no se como de sano estaré, pero tengo la tranquilidad de tener unos dientes ¿perfectos?

Un saludo, y gran entrada.

Misántropo dijo...

La amalgama ya es un disparate, y peor todavía es que su uso se multiplique sin necesidad debido a prácticas como las que describo en el artículo.

Uno de los problemas de fondo de este tema es que tendemos a fiarnos de los juicios de los demás en lugar de sacar nuestras conclusiones. Es por esto que los argumentos basado en la autoridad tienen más peso del que deberían.

Gracias y un saludo.

Dizdira Zalakain dijo...

Tampoco yo conocía esto e ignoro de qué están hechos los empastes que llevo. Te aseguro que se lo preguntaré a mi dentista. Lo que me gustaría añadir es la deriva estética que están tomando los dentistas. se han convertido más en higienistas dentales o en cirujanos plásticos que en médicos. De hecho, ya no estudian medicina para especializarse luego, sino que estudian una carrera de cinco años. Antes se iba al dentista cuando te dolía una muela; ahora la gente se pone implantes de porcelana solo por estética y, como dices, es un escándalo que la Sanidad no cubra apenas los problemas dentales.
Una persona, aunque sea joven y sana, debe en nuestros tiempos acudir cada seis meses a que el dentista le haga limpieza y revisión. Justamente la odontología es una de las pocas especialidades que no cubre la SS. La pregunta es ¿no la cubre porque hay que usarla cada seis meses o hay que usarla cada seis meses porque no la cubre?
Saludos.

Misántropo dijo...

Si te los han hecho hace bastantes años es casi seguro que son de amalgama. Si tienes alguno reciente quizás tengas suerte y no lo sean.

Imagino que la sanidad pública no hace cobertura de la mayor parte de los problemas dentales por una cuestión económica (tampoco descarto más motivos). Como la gente no suele morirse por perder piezas dentales supongo que no existe alarma social suficiente como para que el gobierno se sienta presionado y cambie las reglas vigentes.

En la salud bucal, como en la mayoría de facetas de la vida, parece que lo que prima es la apariencia (no la realidad). Así nos va. Nos quedamos tranquilos si tenemos buen aspecto, aunque la muerte nos esté esperando muy cerca.

Saludos.

Marga Esteban dijo...

Yo sólo llevo un empaste, gordísimo, pero fue un empaste real y necesario, no "inventado" y lo llevo de mercurio (me lo hicieron hace más de 20 años). El dentista me dice que no me lo cambie, supongo que si quisira sacar tajada me diría que mejor cambiarlo, pero lo he consultado con varios y todos me dicen lo mismo... Mejor no pensar en ello, a partir de ahora ya utilizan otros materiales, supongo que principalmente por estética, así la boca queda más blanquita. Un abrazo y tu post me ha parecido muy original...

Israel "el estepario" dijo...

Te has dejado a un lado el tema de las ortodoncias, que no es baladí, en lo personal llevo un empaste en una muela que lo cierto es que se veía bastante negra, y me la empastaron sin problemas en una de estas franquicias dentales, pero no la más conocida, de la que hablaré a continuación.
Pues bien, en ese proceso aproveché para revisiones gratuitas de la boca, y mi sorpresa fue cuando fui a Vital... y en la revisión me hicieron un presupuesto de ortodoncia (lo pedí yo, la mandíbula inferior la tengo ligerisimamente más salida que la superior, nada especial) en plan te quito esta muela de aquí, esta otra de allí, una de abajo, otra de arriba, te ponemos un cacharro en la boca y todo arreglado.
Entonces decidí contrastar opiniones y fui a otras clínicas a ver que me decían, y en general todas me decíanque se debía realizar un estudio previo de la mandíbula, que se solía recurrir a cirugía y tal, pero que era algo muy agresivo para algo intrascendente, y que eso de quitar muelas así como así nada, que con 20 tantos años ya no tienes dientes de leche.

En síntesis, que mientras todos te decían no te hagas nada si no te molesta pues es muy caro y no te garantizamos que te quedes bien, llegan estos que salen en la tele y empiezan a hacer destrozos, afortunadamente no me hice nada, y hablando después con una amiga protésica dental me confirmó mis sospechas, que esa franquicia tenía bastantes denuncias por incompetencia.

Vamos, que no os fieis de nadie, y que las bonitas sonrrisas blancas de los carteles las carga el diablo..