
Lo recuerdo cuando estando ya gravemente enfermo tenía la voluntad de venir a mi pequeña ciudad para tomar parte en un premio literario de poco renombre que sin embargo él tenía en aprecio. Porque los premios, además de ser injustos por naturaleza, a veces también tienen su lado positivo y puede merecer la pena esforzarse para encontrar un talento que tenga algo del reconocimiento de merece. Irónicamente cuando al propio Hierro se le citaba para algún premio, sinceramente y avergonzado enunciaba una serie de nombres de los que decía que eran más merecedores que él y procuraba quitarse importancia.
Aunque sea injusto afirmarlo ahora recuerdo a mi madre diciendo: “Gente así no debería morir”.
0 comentarios:
Publicar un comentario